Se
había desatado una nueva ola de delitos, una nueva ola de robos. Los
ladrones habían empezado a robar las tapas de hierro de las cloacas, y
luego vendían el metal como chatarra. La ciudad de Beijing, China, en
particular, estaba sufriendo triple perjuicio.
El primer perjuicio era el robo de las tapas, que tenían que ser
repuestas. El segundo era la cantidad de peatones y ciclistas que caían
dentro de las cloacas. Y el tercero era el olor nauseabundo de las aguas
negras que emanaba por toda la ciudad.
Donde se amontona la gente, proliferan los delitos. Y entre los
delitos más comunes y más perturbadores está el robo. El detrimento es
tal que ya no se puede vivir seguro en ninguna parte. Y ahora se añade a
estos delitos el destape de cloacas.
Algún tiempo atrás comenzó en Madrid, España, lo que allí llamaron
«El destape». Pronto se había extendido a muchos países de América
Latina. ¿Qué era el tal destape? Suponía ser la liberación del espíritu
humano, aprisionado por tradiciones religiosas. Pero resultó ser la
introducción de toda clase de literatura. En realidad lo único que
destaparon fue la cloaca de la naturaleza pecaminosa humana. Los
quioscos de Madrid, y del mundo, se llenaron de revistas nocivas y
pornográficas.
¿Qué ocurre cuando se destapa la mente del hombre? ¿Qué sale a la
luz cuando se descartan restricciones de decencia y moralidad? Basta
recoger el periódico del día, o encender el televisor, o abrir las
páginas de una revista o entrar por las puertas de un cine. Es igual que
abrir una cloaca y poner al descubierto lascivia, engaño, falsedad y
violencia.
Cuando se destapa la mente del hombre, se expone todo lo que hay en
su corazón. Y si ese corazón no ha sido purificado, lo que sale es
putrefacción e inmundicia. Ya lo decía Anatole France, el novelista
francés: «Si a la sociedad le diéramos vuelta, como a una media, nos
moriríamos de consternación y de asco.»
A pesar de todos los logros de la humanidad, el hombre todavía no
se ha limpiado de su vieja corrupción. Si en los consultorios de los
psiquiatras se barriera todo lo que vuelcan los pacientes, se sacarían
toneladas de basura.
No obstante, todo el que lo desee puede ser purificado. Hay
limpieza total, efectiva y gratuita al alcance de cualquiera. La Biblia
dice que la sangre de Jesucristo nos limpia de todo pecado (1 Juan 1:7).
Cuando creemos en Cristo y nos sometemos de lleno a su señorío, Él
limpia por completo nuestro corazón. No existe en el mundo entero un
gusto más grande que sentirnos limpios por dentro. Eso es lo que hace
Cristo. Rindámosle hoy nuestro corazón.
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